Europa adopta el aire acondicionado a un ritmo acelerado ante el calentamiento global

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Mientras Europa enfrenta otro verano con temperaturas récord, se está produciendo una transformación silenciosa pero profunda. El aire acondicionado ha dejado de ser visto como un lujo estadounidense o mediterráneo y se está volviendo cada vez más común en los países del norte. Este cambio refleja una nueva realidad climática: el calor extremo ya no es una excepción, sino la nueva norma.

Este crecimiento plantea serios desafíos. Las redes eléctricas diseñadas para climas templados sufren con los picos de demanda durante las olas de calor, mientras los gobiernos intentan equilibrar la necesidad de enfriar las ciudades con la urgencia de reducir las emisiones. En países como Francia, Países Bajos y Reino Unido, las ventas de aires acondicionados están aumentando rápidamente. Fabricantes como Daikin, Samsung y Hitachi están ampliando sus inversiones para atender a un mercado que crece a tasas récord.

En Francia, donde Burdeos registró 41,6 °C este verano, incluso los edificios históricos han comenzado a adoptar sistemas de climatización discretos para preservar el patrimonio y garantizar el confort. En toda Europa, el uso de aire acondicionado en los hogares ya se ha duplicado desde 2010. Alemania, Austria y los países escandinavos, antes reacios al equipo, ahora también muestran una expansión acelerada.

Las cifras confirman el cambio. La presencia de aire acondicionado en los hogares franceses pasó del 14% en 2016 al 25% en 2020, y se prevé que alcance la mitad de los hogares para 2035. Pero este avance también revela fragilidades. Europa se está calentando el doble de rápido que el promedio global, y los grados-día de enfriamiento en ciudades como París se han triplicado en solo veinte años. Esto ejerce presión sobre redes eléctricas ya saturadas y obliga a los gobiernos a revisar sus planes energéticos.

Más allá de la infraestructura, existen barreras culturales. Durante décadas, los europeos rechazaron el aire acondicionado por razones estéticas, de costo o ambientales. Ahora, las olas de calor más frecuentes están convirtiendo el aparato en sinónimo de salud y productividad. Daikin y otros fabricantes ya están adaptando sus modelos para reducir el ruido y el impacto ambiental, en un intento por alinear tecnología y sostenibilidad.

El dilema es claro: ¿cómo enfriar ciudades cada vez más calurosas sin agravar la crisis climática? Para muchos europeos, como el joven parisino Amadej Petan, de 27 años, la respuesta es pragmática. “Siento que cada verano es más caluroso. Para trabajar y vivir cómodamente en mi apartamento, necesitaba un aire acondicionado”, afirma.

Las palabras de Amadej reflejan un cambio de mentalidad que atraviesa fronteras y generaciones. El aire acondicionado, antes símbolo de lujo, hoy se considera una herramienta esencial para adaptarse a la nueva realidad climática. Al mismo tiempo, pone en evidencia la urgencia de acelerar la transición energética y modernizar las ciudades para que el confort térmico no implique más emisiones, sino sostenibilidad. El futuro del verano europeo dependerá no solo de la tecnología elegida para enfriar los hogares, sino también de la capacidad de equilibrar el bienestar con la responsabilidad ambiental.

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